Cuando te pido que me
escuches y tú empiezas a darme consejos, no has hecho lo que te he pedido.
Cuando te pido que me
escuches y tú empiezas a decirme por qué no tendría que sentirme así, no
respetas mis sentimientos.
Cuando te pido que me
escuches y tú sientes el deber de hacer algo para resolver mi problema, no
respondes a mis necesidades.
¡ESCÚCHAME!
TODO LO QUE TE PIDO ES QUE ME
ESCUCHES, no que hables ni que hagas. Sólo que me escuches.