A estas horas del día, he
perdido más cosas de las que he ganado.
Los perdedores que sabemos
que lo somos, asumimos la pérdida como algo propio. Como respirar todos los
días.
No quiero ponerme
transcendental, porque los trascendentales no les está asegurado el paraíso. Tampoco
les está asegurado a aquellos que se pasan de optimistas.
Ahora escribo una especie de
diario. No sé exactamente sí lo es. No importa. Escribo mientras por la ventana
se cuela un aire fresco de primeros de septiembre.