A estas horas del día, he
perdido más cosas de las que he ganado.
Los perdedores que sabemos
que lo somos, asumimos la pérdida como algo propio. Como respirar todos los
días.
No quiero ponerme
transcendental, porque los trascendentales no les está asegurado el paraíso. Tampoco
les está asegurado a aquellos que se pasan de optimistas.
Ahora escribo una especie de
diario. No sé exactamente sí lo es. No importa. Escribo mientras por la ventana
se cuela un aire fresco de primeros de septiembre.
Hoy podré dormir y me
descubro sonriendo así como si quisiera gustar a alguien que se cruza en mi
camino. Sonriendo como sonríen los transcendentales.
En el diario escribo algunas
cosas importantes. No tienen orden, yo
tampoco lo tuve nunca.
Me he achicharrado bajo un
sol castigador.
Cuando fumaba, me gustaba
fumarme un pitillo cada dos por tres.
Perder no me importa, porque
no siempre se pierden cosas buenas.
Perdí muchos miedos, perdí
personas con las que no merecía la pena seguir una relación…
Cuando pierdes cosas negativas,
ganas muchas positivas.
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